Cultural Survival Quaterly Magazine informa.
Por Angelica Rao
Hay pocas personas en este mundo que realmente iluminan una habitación con su presencia. Desde el momento en que te encuentra con Rosa Palomino Chahuares, es claro que ella es una de esas personas. Ella tiene una sonrisa y una luz en sus ojos que energiza e inspira, y su trabajo incansable de vida que promueve los derechos de las mujeres indígenas en comunidades rurales Aymara, es un recordatorio del potencial para superar la adversidad cuando uno es dedicado y optimista. «Creo que lo que nos distingue de otros grupos es nuestro optimismo. Siempre nos mantenemos positivos y creemos que las cosas buenas van a pasar», dice Chahuares.
Chahuares ha estado trabajando como radiodifusora y defensora de los derechos de las mujeres desde que tenía 16 años, promoviendo el idioma y cultura Aymaras y cuestionando el patriarcado en entornos donde los hombres responden agresivamente a la palabra «feminismo». En 2014 se le otorgó un premio de Distinción por el Ministerio de Cultura y actualmente es miembro de la Junta Directiva de la Red de Comunicadores Indígenas del Perú. También es miembro de la UMA (Unión de Mujeres Aymaras de Abya Yala), un grupo muy conocido; y con buena razón en los círculos de derechos indígenas y medios comunitarios peruanos. El programa de mujeres de la UMA, Wiñay Pankara, transmitido en Aymara en Radio Pachamama en Puno, Perú, saca a la luz la realidad de las mujeres en las comunidades Aymaras, destacando los esfuerzos de las mujeres que trabajan para mejorar la situación de sí mismas y sus comunidades.
«La comunicación es la columna vertebral de la sociedad. Ví que las mujeres de mi pueblo estaban excluidas y marginadas, así que empecé a trabajar en pro de mi cultura «, dijo Chahuares en una entrevista de 2014 con Servindi. «Wiñay Pankara abrió un espacio en la población Aymara. Las mujeres han perdido su miedo, se han fortalecido participando a través de los medios de comunicación. Las mujeres ahora saben cuáles son nuestros derechos… [conocen] nuestra cultura, los derechos de las mujeres, nuestra sabiduría. Hablar en la radio hace que las autoridades nos respeten. Todos escuchan nuestra participación y nuestra palabra. Nuestros niños también nos escuchan, a ellos les decimos cómo es la situación en la tierra”. Para transmitir, la UMA debe comprar un sitio semanal de 25 minutos a un costo elevado. Esta es la única opción en Perú, un país que no permite el acceso del ancho de banda de radio a las estaciones de radio comunitarias.
La falta de acceso significa que, incluso las comunidades que son capaces de pagar el espacio de radio, no tienen plena autonomía sobre lo que pueden transmitir; se les da sólo pequeños espacios de tiempo para hablar en sus idiomas, cubrir temas de interés para sus comunidades y promover su cultura en medio de un sinfín de anuncios, música y propaganda del gobierno, en las estaciones de radio comerciales locales. El acceso a la información y los medios comunitarios y la libertad de expresión son derechos básicos que constituyen la base de una sociedad que funciona bien. Sin embargo, las comunidades indígenas de todo el mundo deben luchar continuamente para que estos derechos sean respetados y garantizados. Aparte de la falta de reconocimiento y financiamiento, los periodistas indígenas y los operadores de radio comunitarios frecuentemente incurren en amenazas físicas y/o de muerte y persecución del Estado, por ejercer sus derechos para servir a sus comunidades.
A pesar de la falta de recursos, UMA sigue haciendo un trabajo impresionante para exponer la misoginia social desenfrenada y ofrecer oportunidades para que las mujeres se levanten, tanto al aire como en sus comunidades. Chahuares y otros miembros de la UMA viajan a las comunidades cuando se les solicita para realizar talleres con grupos de mujeres de manera regular, incluso cuando no hay recursos para hacerlo. Todas las mujeres que participan contribuyen con lo que pueden y las mujeres de la UMA viajan por su cuenta para facilitar los talleres.
Además, Chahuares viaja a diferentes comunidades cada semana para llevar a cabo entrevistas, así, ella siempre está preparada para transmitir material nuevo y relevante en su programa. Uno de los miembros más jóvenes de la UMA, Elisa Condori Cari, explica lo que la UMA ha hecho por ella: «Desde que me hice miembro, me siento orgullosa de ser una mujer Aymara, orgullosa de mis raíces y mis costumbres, del respeto que mi gente tienen para la naturaleza y de la importancia y, la necesidad que existe para encontrar valor en nuestra cultura”.
Chahuares y sus compañeros activistas por los derechos de las mujeres enfrentan cada día misoginia profundamente arraigada. En una ciudad vecina, un grupo de hombres jóvenes compró tiempo de aire en otra estación comercial para llevar a cabo su programa cultural Aymara, Chahuares se mantuvo tranquila mientras los hombres explicaron lo molestos que estaban por las feministas. Sin hablar del discurso, Palomino mantuvo una sonrisa y una compostura total mientras los hombres sostenían que las mujeres eran las verdaderas machistas, ya que eran las madres quienes criaban a los hijos para comportarse como lo hacen y, que las mujeres eran quienes menos apoyaban a otras mujeres. Esta no era la primera vez que oía hablar así. Esperó su momento para encontrarse con estos hombres, en donde pudieran encontrar algo en común. Cuando habló, se refirió a las palabras Aymara hacha warmi, que representan la relación simbiótica y complementaria entre hombres y mujeres tal como se ha entendido históricamente en las comunidades Aymaras. El talento de comunicar con facilidad mensajes polémicos a los grupos disidentes, es lo que hace de Chahuares una gran comunicadora comunitaria y una figura importante para las iniciativas de derechos de las mujeres en el Perú.
A partir de diciembre de 2016, las mujeres de la UMA ya no tuvieron financiamiento para continuar su programa de radio. Habían estado buscando fuentes de financiamiento para continuar su programa, pero sin éxito. Su mayor objetivo es tener su propia estación de radio donde tendrán plena autonomía sobre su programación; donde proporcionarán un espacio para la participación de diferentes sectores y donde las mujeres tendrán la oportunidad de encontrar confianza y crecer como radiodifusoras comunitarias.
En enero, el Proyecto de Subvenciones Comunitarias de Cultural Survival seleccionó a la UMA como uno de sus beneficiarios. El Proyecto de Subvenciones de Medios Comunitarios brinda oportunidades para que las radios comunitarias indígenas locales soliciten financiamiento a través de un proceso de subvenciones no tradicional, culturalmente apropiado y dinámico diseñado para satisfacer las necesidades de estos florecientes sistemas de radiodifusión comunitaria. Las becas están disponibles para proporcionar equipo, capacitación en producción y periodismo, apoyo legal y producción de contenido, así como capacitaciones específicas para asegurar plataformas de comunicación sostenibles e impactantes, como también redes regionales que apoyen y promuevan los derechos de las comunidades indígenas y, su capacidad para involucrarse en temas relevantes que afecten su bienestar.
Este proyecto de un año en coordinación con la UMA, les permitirá duplicar su tiempo de antena en la radio y ofrecer oportunidades para que más mujeres locales sean capacitadas con el apoyo de asesores de la UMA y así convertirse en radiodifusoras comunitarias. Las mujeres de la UMA realizarán talleres con mujeres Aymaras en comunidades vecinas con lo que buscan sacar a la luz el valor de las mujeres Aymaras en sus comunidades para así ayudar a estas mujeres a encontrar y creer en su propia autoestima. Esta será la base sobre la que se construirá el resto del aprendizaje. Después de completar el entrenamiento de capacitación, las mujeres aprenderán a producir y grabar programas de radio sobre sus derechos y los derechos de sus comunidades.
Las mujeres de la UMA entienden que su poder se basa en su solidaridad. Cuantas más mujeres estén educadas, crean en sí mismas y en sus hermanas y, estén motivadas para hacer un cambio, es más probable que estas mujeres logren la igualdad que tanto tiempo han estado persiguiendo. A los 65 años de edad, el sueño de Palomino sigue siendo que las mujeres de la UMA tengan su propia estación de radio comunitaria. Incluso si no lo ve en su vida, espera que sus dos hijas que han estado involucradas con la UMA desde que eran niñas continúen en la lucha que ella comenzó: «Puedo dejar este mundo feliz sabiendo que mis hijas y las de otras mujeres de la UMA continuarán la lucha que comencé hace muchos años”.
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