Texto: Aníbal G. Arregui | Fotografías: Aníbal G. Arregui
La jurema da nombre tanto a una planta como a una religión sincrética del nordeste brasileño. La planta es sagrada para diversas comunidades de practicantes y se emplea en la elaboración de una bebida (potencialmente alucinógena) que se toma en el contexto ritual. La mezcla exacta de hierbas y otros elementos que contiene la bebida no es nunca revelada, y se conoce como “el secreto de la jurema”. En marzo tuve la oportunidad de hacer una primera exploración etnográfica del mundo de la jurema en la ciudad de Natal, la capital de Rio Grande do Norte (Brasil). Lo que encontré es que la jurema contiene secretos que van mucho más allá de la receta de la bebida.
El mestre juremeiro Aurino junto a una jurema que preside el patio de su casa. Fotografía: Aníbal G. Arregui
En los últimos años se ha empezado a hablar de la resurrección de la jurema. Esto se debe tanto la revitalización de las muy diversas comunidades de practicantes como al interés que esta planta ha despertado en la neurociencia. Empezaré por lo segundo.
La jurema contiene N,N-dimetiltriptamina, o DMT, una molécula que tiene un potencial efecto de la expansión de la conciencia y de generar visiones (o alucinaciones) cuando cruza la barrera hematoencefálica y entra en cerebro. Sin embargo, que la bebida tenga ese efecto depende de la receta. Ingerida por vía oral en una bebida, por ejemplo, la molécula DMT es degradada en el estómago por las enzimas de la monoamino oxidasa (MAO). Es por ello por lo que en preparados alucinógenos de la medicina tradicional indígena, como la ayahuasca, la bebida contiene, además de DMT (proveniente de la planta llamada chacruna), inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO), provenientes de la planta ayahuasca. Esta mezcla permite que la DMT de la bebida no sea degradada en el estómago y, tras reabsorberse y pasar al flujo sanguíneo, penetrar en el cerebro y generar el efecto psicodélico. Con la jurema ocurre algo parecido, que necesita combinarse con plantas que contengan IMAO. Algunos de los brebajes que contienen esa mezcla se conocen como juremahuasca.
La ayahuasca es conocida desde hace mucho tiempo (siglos, por lo menos, en el mundo indígena) y en los últimos años ha sido objeto de intensa investigación en el campo de la psiquiatría y la neurociencia por su potente efecto antidepresivo. En un mundo donde las afecciones mentales adquieren dimensiones epidémicas, la ciencia recurre a los saberes chamánicos que pueden aportar vías no solo de mitigar síntomas del sufrimiento afectivo sino también formas re-sintonizar la conciencia con aquellos otros seres que nos rodean.
Una hipótesis de la jurema es que en el culto ancestral de los pueblos indígenas del nordeste Brasileño se usaban preparados que generaban, como con la ayahuasca, un efecto psicodélico o enteogénico. Pero a día de hoy es difícil determinar la química de la bebida. De hecho, uno de «secretos de la jurema» es que los mestres (maestros) que preparan la bebida para los rituales no revelan qué receta han usado, y por lo tanto es virtualmente imposible saber si la bebida va a tener o no un efecto psicodélico.
En el Instituto do Cerebro (Natal) están estudiando el potencial terapéutico de la jurema.
Durante mi estancia en Natal, tuve la oportunidad de intercambiar ideas con un equipo de neurocientíficos y psicólogos del Instituto do Cérebro (de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte) que están realizando experimentos con los potenciales terapéuticos de la DMT que extraen de las raíces de jurema. Dado que la planta abunda en nordeste brasileño, consideran que es una buena fuente de DMT que permitirá expandir el estudio de su posible uso terapéutico. En sus estudios, cuyos resultados aún no se han publicado, demuestran que la DMT extraída de la jurema e inhalada con una vaporización tiene un rápido y potente efecto antidepresivo, que puede extenderse durante semanas.
Pero hay más secretos.
En el caso de los rituales que tienen lugar en la periferia urbana, la jurema reúne a todo tipo de personas y sensibilidades. Siguiendo al profesor Luiz Assunção, experto en la historia de esa religión, pude comprobar la riqueza, diversidad y exuberancia práctica, simbólica y cosmológica del culto, al que muchos practicantes consideran como «una ciencia». La heterogeneidad de símbolos que constituyen cada casa de jurema es inabarcable, pues combina referentes teológicos y cosmológicos que van del animismo indígena al cristianismo católico, pasando las religiones de raíz africana como el candomblé, espiritismo, o incluso incorporando elementos de islam. Se trata de una religión-ciencia realmente diversa, orgánica, y, en cierto sentido, inclasificable.
Teniendo al profesor Luiz Assunção como guía, pude hablar con algunos mestres juremeiros y asistir a rituales en los que practicantes bailaban, cantaban, tocaban tambores, tomaban jurema y eran incorporados (poseídos) por espíritus de caboclos, es decir, antiguos mestres de los cultos originales de la jurema. Una de las cosas que pude observar es que muchos de los practicantes pertenecían al colectivo LGTBIQ+. En el volumen Egbé: ancestralidades, articulações e patrimonio, coordinado por Luiz Assunção, se describe parte de esa diversidad, incluyendo el caso una mujer trans que es mestre juremeira. Creo entonces que otro de los “secretos de la jurema” es su radical apertura en un sentido sociológico, moral y afectivo. Se trata una religión-ciencia radicalmente ecléctica e inclusiva que sin duda merece la pena estudiar y comprender mejor. La jurema contiene no solo el secreto de como expandir la mente o la conciencia, sino quizá, también, algunas ideas sobre cómo abrir el espacio ritual y espiritual a toda una diversidad que pocos espacios sociales han sabido orquestar.
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